El efecto Maradona


El reciente fallecimiento de Diego Armando Maradona me ha motivado a escribir este artículo en el que puedo hablar de una de mis grandes pasiones: el fútbol. Espero que les guste.

La discusión sobre ¿Quién ha sido el mejor futbolista que ha pisado este planeta?, es algo muy complejo y depende mucho del gusto personal. Desde mi particular punto de vista considero que Pelé, Johan Cruyff y Maradona son una tripleta de jugadores que destaca por encima del resto.


Ahora bien, si preguntamos quien es el futbolista más influyente y que más pasiones levanta, sin lugar a duda todos contestaríamos que Maradona. Su legado ha sido tan importante que trascendió más allá de la pelota y es por lo que genera tantos sentimientos.

Cuando nos remitimos a la Argentina se nos pueden venir a la mente personajes como Ernesto “Che” Guevara, Carlos Gardel o Juan Domingo y Eva Perón. Sin embargo, estoy seguro de que una inmensa mayoría pensará en Diego Armando Maradona, quien podría ser incluso más conocido que los otros personajes. Para los argentinos y para muchos habitantes del planeta “El Pelusa” es visto literalmente como un dios, inclusive existe la iglesia maradoniana. Podríamos decir que Diego es lo único capaz de hacer coincidir a los hinchas de River Plate y Boca Juniors. A partir de su fallecimiento han declarado 3 días de luto nacional en Argentina y han salido a las calles miles de personas a despedirlo a pesar de la pandemia del COVID 19. Aquí la pregunta sería ¿Por qué el legado de Maradona ha cobrado tales dimensiones?


Para empezar con el análisis es importante señalar que Argentina es uno de los países más futboleros del mundo y en el que se vive con más pasión este deporte, por lo que siempre quieren demostrar que son los mejores a la hora de patear un balón. No obstante, tuvieron que pasar 11 Mundiales para que pudieran conocer la gloria por primera vez.

Fue en el Mundial de Argentina 1978, en el que la selección albiceleste dirigida por César Luis Menotti logró ganar el primer título de su historia de la mano de figuras como Mario Alberto Kempes y Daniel Passarella. Sin embargo, este resultado se vio empañado por la situación política que se vivía en el país anfitrión y por una serie de acontecimientos que sucedieron durante el torneo, que generaron varios cuestionamientos sobre la validez de este. Los señalamientos vienen a partir del partido en el que Argentina tenía que derrotar a Perú por cuatro goles para acceder a la final y terminó ganándole por seis a cero. Las anécdotas cuentan que el cuadro inca venía mostrando un gran nivel de juego y en ese partido no metieron ni las manos. Además, se hizo público que previo al encuentro, el dictador argentino Jorge Videla asistió al vestuario peruano en compañía de Henry Kissinger y se cree que esto pudo atemorizar a los jugadores incas. Otro dato que generó controversia es que tan sólo unos días después del juego, el gobierno argentino donó varios cargamentos de trigo a los peruanos. También, es de llamar la atención que el gobierno argentino recibió un gran presupuesto por parte de la FIFA para realizar la justa mundialista, inclusive más recursos que el Mundial que le sucedió en España 1982 y las autoridades sudamericanas jamás hicieron una rendición de cuentas sobre la utilización de estos.


Por si fuera poco, mientras los jugadores albicelestes daban la vuelta con la Copa del Mundo en el estadio Monumental; la dictadura militar arremetía contra miembros de la oposición, ciudadanos con ideología de izquierda y grupos allegados al peronismo. Hubo infinidad de secuestros, torturas, desapariciones y asesinatos; la crueldad era tal que desde helicópteros arrojaban personas vivas con pies de cemento o con las piernas mutiladas al río de la plata. Existe la teoría de que ante las movilizaciones de las madres de la plaza de mayo que exigían la aparición de sus hijos y el fuerte rumor de que en Argentina se estaban violando los derechos humanos, Jorge Videla pudo haber influido para que la selección albiceleste ganara el campeonato mundial. Esto debido a que pensaron que con la pasión con la que los argentinos viven el fútbol podían utilizarlo como un distractor mediático. Es imposible saber si el mundial estuvo arreglado, pero por lo antes señalado fue difícil para los argentinos disfrutar este título y se les convirtió en una necesidad ganar otro sin que fuera cuestionada su legitimidad.

En 1978 “El Pelusa” tenía 17 años y ya daba destellos de su calidad que sobresalía del resto, pero Menotti tomó la decisión de último momento de dejarlo fuera de la convocatoria mundialista argumentando su falta de experiencia. Esta decisión fue seriamente cuestionada por la afición y la prensa argentina, probablemente Diego no la entendió en el momento, pero a la larga quizás fue lo mejor.

Después del criticado mundial de 1978, Maradona asumió la responsabilidad de convertirse en el líder de la selección argentina. Fue en el Mundial de México 1986, cuando Diego logró imponer su calidad y con una destacada actuación individual comandó a la selección albiceleste dirigida por Carlos Bilardo a ganar en la cancha del Estadio Azteca su segundo título mundialista. Es en el partido Argentina contra Inglaterra de los Cuartos de Final en el que se consagra la leyenda de Diego, es considerado el mejor partido en la historia de los mundiales. Este encuentro tenía un ingrediente especial más allá de lo deportivo, ya que la Guerra de las Malvinas estaba muy reciente y ambos países habían roto relaciones. Los ingleses se apropiaron de Las Islas Malvinas que están ubicadas en el mar argentino y futbolísticamente para los sudamericanos era muy significativo el poder ganar este partido, como si fuera un episodio más de la guerra. Fue justo en ese encuentro en el que Diego le ganó con la mano una pelota dividida al portero inglés Peter Shilton y el balón terminó en las redes. Este icónico gol sería apodado “la mano de Dios” y no está demás señalar que el arquero británico era 20 cm más alto. A los pocos minutos y para no dejar dudas, “El Pelusa” anotó el denominado mejor gol del Siglo XX en el que se fue quitando desde media cancha a todos los rivales ingleses incluido el portero, hasta llegar al área chica y empujar el balón al fondo de la portería. La obtención del mundial lo consagró como el mejor jugador del mundo y se convirtió en el máximo ídolo de los argentinos.


Ahora bien, para terminar de entender la leyenda de Maradona es importante trasladarnos a su etapa en Italia. En 1984 se confirma su traspaso del Barcelona al Napoli, situación que de inmediato llamó la atención. En ese entonces la liga italiana tenía al mejor fútbol del mundo y Diego prefirió jugar en el Napoli que peleaba las posiciones de descenso, en lugar de fichar por equipos poderosos como la Juventus de Turín o el Milán que se disputaban el campeonato. Lo futbolístico era el reflejo de lo social, puesto que mientras Turín y Milán son dos ciudades del norte de Italia bastante industrializadas y poderosas económicamente, Nápoles ubicada al sur vive desde entonces sumergido en la miseria y la marginación social. Es en Nápoles en donde nace la “Camorra”, una de las mafias italianas dedicadas al tráfico de drogas entre otras actividades ilícitas. La grandeza de Diego viene cuando logra poner a Nápoles en los ojos del mundo por una cuestión positiva, ya que con su talento convirtió al Napoli en un equipo competitivo con el que gano dos ligas, una copa de la UEFA, dos copas de Italia y una supercopa de Italia. A la fecha el Napoli no ha podido ganar otra Serie A y mucho menos un título internacional. Lo conseguido por Diego en el Napoli tiene mucho mérito, ya que en ese entonces el futbol italiano contaba con estrellas de la talla de Michel Platini en la Juventus, Marco Van Basten y Franco Baresi en el Milán o Karl-Heinz Rummenigge en el Inter de Milán.

El legado de Diego en los napolitanos fue tan importante, que durante el Mundial de Italia 90 coincidió que en la semifinal se enfrentaran Argentina e Italia en el Estadio San Paolo de Nápoles. Previo al partido, el gobierno italiano lanzó una campaña en Nápoles pidiendo el apoyo para la selección azurra, esta situación enfadó a Diego quien declaró que el gobierno nunca se había acordado de que los napolitanos también son italianos hasta la llegada de ese encuentro. Concluyó denunciando la discriminación y la exclusión social a la que habían sido orillados, prácticamente se convirtió en un vocero de los ciudadanos. Estas declaraciones provocaron que el día del partido, el estadio se dividiera y mientras una minoría apoyaba a la selección azurra, casi todos los presentes se volcaron a favor de la albiceleste. Todo Nápoles estaba con Diego, quien logró mover las fibras más sensibles de sus habitantes a tal grado que se sentían más identificados con él que con el país que los vio nacer.

Al final, la selección argentina le ganó en penales a la italiana para llegar a la final contra Alemania en el estadio Olímpico de Roma, escenario en dónde los tifosis italianos abuchearon a Diego por haber eliminado a la selección azurra. Esta situación lo enfureció, puesto que los veía como unos malagradecidos y sentía que era poco valorado lo que hizo con su fútbol por el país europeo. Aquí es dónde Diego se sintió un napolitano más, su legado se limitaba a Nápoles en dónde es visto como un Dios. Las calles están pintadas con su rostro y es común que los niños lleven el nombre de Diego Armando, con su fútbol fue capaz de devolverle la alegría a una ciudad que se encontraba deprimida en la marginación social y sumergida en el crimen organizado. “El Pelusa” les enseñó a los napolitanos que ellos también pueden ser exitosos. En los tiempos en que jugaba en Napoli era imposible que pudiera salir a algún lugar de la ciudad en público, los aficionados los seguían a todos lados. Actualmente y a los pocos días de su fallecimiento, ya se están iniciando los trámites para cambiarle de nombre al Estadio San Paolo por el de Diego Armando Maradona.


Otro aspecto para resaltar es que generalmente los futbolistas al tener a su alcance una vida llena de lujos y excentricidades, es raro verlos emitir comentarios políticos o confrontarse con la FIFA para evitar ser sancionados. Sin embargo, Diego era todo lo contrario y se cansó de denunciar la corrupción que existía en este organismo. Por si fuera poco, siempre hizo públicas sus posiciones políticas de izquierda y antimperialistas. Quizás ideológicamente no era el más claro, pero siempre se identificó con los gobiernos que priorizaban a los más necesitados, se le recuerda con su característico tatuaje del “Che” Guevara en el brazo. Además de ser amigo íntimo de Fidel Castro, Hugo Chávez, Evo Morales, Lula Da Silva, Néstor y Cristina Kirchner; entre otros importantes dirigentes de izquierda.

Lamentablemente la fama y las malas compañías lo hicieron caer en las drogas y los excesos, fue el aspecto negativo de haber vivido en Nápoles en dónde tenía toda la cocaína del mundo al alcance de sus manos. Sus últimos años los vivió con su salud muy deteriorada, presentándose en estado de ebriedad en público y con mucha dificultad para poder expresarse. ¡¡¡Si con este estilo de vida Diego jugaba un fútbol de otro planeta, imagínense si jamás hubiera probado la cocaína!!

Estoy consciente que esta parte de su vida es un pésimo ejemplo, en especial para los jóvenes y los niños. Sin embargo, aquí rescato su mítica frase “la pelota no se mancha” y es que a pesar de que en su vida privada cometió infinidad de errores, debemos de reconocer que futbolísticamente fue uno de los más grandes.

Descansa en paz Diego

Julián Castruita Sánchez

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