La doble cara de la migración en CDMX




En mi anterior publicación, abordé el contraste entre las personas migrantes de origen afrodescendiente en Iztapalapa y las personas migrantes blancas y privilegiadas de Oaxaca, destaque la cuestión del color de piel, que pareciera un tema no relevante pero el hecho de que aún moleste y se hable abiertamente de ello solo hace más evidente la discriminación. Sin embargo, en esta ocasión, me enfocaré en comparar la situación en la Ciudad de México, específicamente entre Iztapalapa y un lugar más cercano: La Roma. A través de esta comparación, se evidencia que ambas migraciones afectan la economía mexicana, aunque el impacto es extrañamente más grave en una zona que en la otra.


La Roma es ahora un lugar extremadamente gentrificado, lo cual se refleja en los incrementos en los precios de renta de viviendas e incluso de restaurantes. Las personas que migran a esta colonia provienen principalmente de Estados Unidos, Canadá, España y Japón, según Estadísticas Migratorias. Aunque los precios son elevados en La Roma, esto no afecta tanto a las personas de clase media mexicanas que residen allí, ya que se consideran privilegiadas. Sin embargo, para las personas mexicanas de clase baja que visitan la colonia en busca de un momento de esparcimiento, la pérdida económica es más fuerte. La economía en La Roma es diferente y los precios no se ajustan a sus ingresos, lo que demuestra cómo la gentrificación y migración afectan negativamente a esta colonia, convirtiéndola en un simple lugar turístico a pesar de tener actividades comunes.


Mientras que en Iztapalapa la migración es diferente, en su mayoría hay personas que vienen de Haití, personas sin recursos y que llegaron aquí en consecuencia de un Huracán en 2016 ¿hacia dónde voy con eso? Es sencillo, a estas personas verdaderamente las mueve la necesidad de tener una mejor vida. Aquí además es diferente porque muchos de ellos son indocumentados y no tienen ninguna fuente de ingresos y se ven aún más propensos a aceptar los trabajos más desgastantes físicamente o peligrosos como en obras de construcción. De su parte no hay una promoción de que el lugar al que migran les da una mejor vida (caso contrario en La Roma) y es que al menos desde mi punto de vista esto afecta sí en la movilidad ya que ellos residen en calles, pero no hacen que la economía empeore en Iztapalapa.




Es tal vez seguro que la derrama económica existe en ambos casos, pero hay que tomar consciencia del por qué una molesta más que otra (obviamente la migración de las personas de color y sin recursos). La discriminación interiorizada aún está arraigada en nuestros tiempos y como mexicanos que hemos migrado a otros lugares del mundo, debemos ser empáticos con las necesidades de las personas y recordar a nuestros compatriotas que la solidaridad es uno de los valores más enaltecedores de México y es necesario que se haga notar.


Vanessa Espinoza Fernández