Caso Lozoya: “Temblor Político” que terminaría de derrumbar al Modelo Neoliberal





Como “temblor político”, así calificó el senador Ricardo Monreal la llegada del ex director de PEMEX al país Emilio Lozoya, acusado de desvío de fondos, compras de activos por parte de la paraestatal para el rescate de empresas, y sobornos a legisladores y funcionarios públicos para lograr la aprobación en diciembre de 2013 de la infame “Reforma Energética”, entre otras fechorías.


Si bien este caso podría llevar a la condena de una extensa lista de funcionarios y empresarios quienes fueron parte de la trama de corrupción en la aprobación de la reforma de marras, también podría significar un parteaguas por la manera en que se llevó a cabo una decisión política fundamental, que modificó nuestra Constitución Política en lo referente a nuestros recursos energéticos, para permitir su entrega al capital privado, nacional y extranjero.


En su libro “2018 la Salida” (pág. 14), el actual presidente Andrés Manuel López Obrador, definió lo acontecido durante el periodo neoliberal como una corrupción sistémica, puesto que si bien anteriormente los distintos gobiernos del régimen priista pre neoliberal actuaban de manera corrupta, no fue sino hasta 1982 cuando se pone en practica y se introduce dicho modelo que la corrupción comenzó adquirir niveles superlativos, porque “la descomunal deshonestidad del periodo neoliberal supera con mucho lo antes visto y no tiene precedente. Constituye un cambio cualitativo en la descomposición institucional”.


Asimismo, señala que los gobernantes del llamado “desarrollo estabilizador” (1940-1970), no se atrevieron a enajenar nuestras tierras ejidales, nuestros bosques, las playas, los ferrocarriles, las minas, la industria eléctrica, ni mucho menos el petróleo, pero que “en estos aciagos tiempos del neoliberalismo, los gobernantes se han dedicado, como en el porfiriato, a concesionar el territorio, y a transferir empresas y bienes públicos, e incluso funciones del Estado, a particulares nacionales y extranjeros.”


Es decir, no obstante, el nivel de corrupción por actos individuales o en conjunto, también hubo traición, lo cual, en cierta medida es el grado mayor de corrupción y degeneración política, ya que se deja sin futuro a generaciones presentes y por venir, por lo ocasionado con el desmantelamiento del Estado de Bienestar producto de las privatizaciones que favorecieron el acaparamiento del capital en pocas manos, excluyendo a millones, despojándolos de la riqueza y el bienestar.


Es por ello, que estamos en la antesala de algo muy grande. El “caso Lozoya” podría exhibir el nivel de corrupción que imperaba en el país, como una práctica estructural y sistemática, y sobre todo, como un mecanismo necesario que le daba vida al ahora muy cuestionado modelo neoliberal. Saber el cómo, cuando, y porqué, de la operación detrás de la “Reforma Energética”, será una poderosa revelación del funcionamiento de un aparato corrupto al servicio de los particulares, especialmente las trasnacionales, quienes seguramente, como fue el caso de Odebrecht, entregaron dinero a cambio de la entrega de nuestro petróleo, nuestra industria eléctrica, nuestras minas, etc.

Queda así en evidencia, que un modelo como el neoliberal, no puede ser impuesto mediante métodos democráticos que obedezcan a “razones de Estado”, ni siquiera en función de una supuesta economía eufemísticamente denominada, “de mercado con sentido social”, sino a través de la corrupción que conlleva a un grado de degeneración pública sin precedentes como el que vimos en México durante más de 36 años, y que por fortuna, el pasado julio de 2018, millones con nuestro voto echamos del país.


La verdad sobre el “Caso Lozoya” podría ser el parteaguas que ayude a purificar la vida pública de México, mejorando la cultura política/cívica para que coadyuve al saneamiento de las instituciones, tan vejadas y pervertidas durante la larga noche neoliberal. Esperemos que por el bien de todos así sea.


Sergio Barbosa