Integración y Consolidación de la 4T




El gobierno encabezado por el presidente López Obrador, sigue avanzando en su intención de consolidar un Estado de Bienestar y una nueva forma de hacer política. Los ejes principales de la 4ta transformación han sido la implementación de la austeridad republicana, una amplia política social, el combate a la corrupción y la priorización de la gente más humilde del país; a esto hay que incluirle una lógica nacionalista en la forma de gobernar.


Se han efectuado diversas mediciones preguntando a la ciudadanía su opinión sobre el desempeño del presidente, en general los resultados son de un amplio respaldo popular que pocas veces se había visto hacia un mandatario, lo que hace evidente que la mayoría de los mexicanos están conformes con el actuar del Gobierno de México. Existe una confianza casi intacta con López Obrador, a la vez que día con día es exhibida la larga etapa de precariedad neoliberal; en la que reino la corrupción, la impunidad, la miseria, la sangre y el entreguismo. Sin embargo, me parece necesario que hagamos un análisis sobre el proceso de consolidación de la 4ta transformación, situación que elaboraremos en las siguientes líneas.


Voy a empezar haciendo una referencia comparativa con el gobierno del Gral. Lázaro Cárdenas, quien ha sido uno de los expresidentes más influyentes en la historia de nuestro país. En vísperas de generar unidad en torno a su gobierno y poder cumplir la demanda de justicia social emanada de la Revolución Mexicana, Cárdenas decide transformar al Partido Nacional Revolucionario (PNR) en el Partido de la Revolución Mexicana (PRM), convirtiéndolo en un partido de masas que lo respaldaría en todas sus decisiones. El principal cambio vino en su estructura, integrando y dividiéndolo en 3 sectores: el obrero, el campesino y el militar.


Esta decisión se ve fortalecida cuando apoya en 1936 a la fundación de la Confederación de Trabajadores de México (CTM) y en 1938 la Confederación Nacional Campesina (CNC). Sobre el sector militar hay que recordar que, durante la época de la revolución y los años posteriores, todos los presidentes habían sido caudillos revolucionarios, así que Cárdenas reconocía su papel fundamental en su proyecto. La inclusión y respaldo de estos sectores al proyecto “Cardenista”, derivó en que el gobierno empezó a atender sus demandas, generando mejores condiciones laborales y una intensa inversión al campo, poniendo a los ejidos como algo prioritario para el desarrollo agrario y la tan anhelada justicia social. Esta unidad y apoyo popular, fue crucial para que Cárdenas pudiera implementar la expropiación petrolera.

Sin embargo, al poco tiempo se dio marcha atrás con la herencia del “Cardenismo”, empezando por la decisión de Manuel Ávila Camacho de poner fin a la política agraria. De igual forma, al llegar a la presidencia Miguel Alemán Valdés en 1946, rompe con la hegemonía de caudillos revolucionarios y transforma el PRM en el Partido Revolucionario Institucional (PRI), con lo que se institucionaliza la revolución y se termina con la sectorización creada por el Gral. Lázaro Cárdenas. Lamentablemente en épocas más recientes las confederaciones perdieron el sentido original de su creación y se volvieron espacios de clientela política. Surgieron liderazgos charros, que se quedaban con recursos económicos y materiales, así como con posiciones políticas a cambio de respaldar al partido en el poder, mientras a los agremiados a duras penas veían los beneficios.



Ya en la actualidad, el gobierno de López Obrador entiende que para que camine y se lleve a cabo la consolidación de la 4ta transformación, es importante generar esa misma unidad popular que existía en “el Cardenismo” con la mayor parte de los sectores sociales del país. En ese sentido, podemos rescatar que se ha implementado lo siguiente:

A diferencia de Lázaro Cárdenas, López Obrador ha logrado acercar a estos sectores a través del gobierno y no del partido. Esta estrategia de inclusión ha sido vital para buscar la consolidación de la 4ta transformación, pero sólo es un paso para conseguirlo.

En cuanto a la integración del gobierno, es importante resaltar la capacidad de López Obrador para hacer converger a liderazgos de diferente origen e ideas. Aquí podemos ver a políticos, empresarios, luchadores sociales, defensores de derechos humanos, profesionistas, académicos, trabajadores, estudiantes, indígenas, campesinos, amas de casa, entre otros. Todos trabajando en conjunto por la implementación de un mismo proyecto de nación. Es gratificante que aquellos que históricamente no habían tenido voz en los gobiernos anteriores, hoy puedan ser escuchados, atendidos e incluidos en la 4ta transformación.

En pocas palabras, podríamos concluir que todo aquel que quiera contribuir a la construcción de un mejor país tiene cabida en la 4ta transformación, básicamente la podemos catalogar como el gobierno del pueblo. Evidentemente los corruptos y aquellos que ven el ejercicio de la política como la oportunidad de generar y mantener privilegios (es decir los neoliberales), son quienes se oponen al avance del “Obradorismo”. Son los mismos que se indignan porque exista un gobierno que priorice su atención en la gente más pobre del país.


Todo lo que ha hecho la 4ta transformación en estos 2 años en el poder, hubiera sido imposible sin la poderosa mayoría de representantes que se tienen en el Congreso de la Unión, esto ha permitido que prácticamente todas las reformas sean aprobadas sin ningún problema. Señalo esto, debido a que el próximo año se renueva la Cámara de Diputados y es vital mantener esa mayoría, de lo contrario la oposición tendría la posibilidad de entorpecer la consolidación del nuevo régimen.

Desgraciadamente un amplio sector del “Obradorismo” no ha entendido la importancia de esto y se han enfocado en disputas internas por el poder, dejando prácticamente sólo al presidente en su lucha por transformar el país. A unos días que inicie formalmente el proceso electoral, no existe una ruta clara sobre cómo afrontar la elección del 2021, ni la revocación del mandato en el 2022. Es un error garrafal confiarnos en la popularidad del presidente.

Es momento de que realicemos una autocrítica en cuanto a las prioridades, evidentemente es importante asegurar que no haya desviaciones en nuestro proyecto que claramente es Nacionalista, de Izquierda y Antineoliberal. Sin embargo, si fallamos en los próximos procesos electorales no vamos a poner en riesgo la existencia de un instituto político, sino que le estaríamos dando la posibilidad al neoliberalismo de regresar al poder y eso nunca nos lo va a perdonar el pueblo de México.

Julián Castruita Sánchez

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