Una mirada a las políticas de desarrollo urbano de la 4T



Generalmente cuando hablamos de la 4T nos referimos al cambio en el sistema político, económico y moral, y solamente abordamos el tema del espacio urbano cuando se habla de los grandes proyectos como el tren maya o el aeropuerto, por ejemplo. Pero la discusión puede y debe ser más profunda.

Desde la 4T lo urbano envía un mensaje político: con el pueblo todo, sin el pueblo nada y por el bien de todos, primero los pobres.


Prueba de esto es que una de las primeras giras del Presidente fue en las comunidades de Nayarit afectadas por el huracán Willa, así como la puesta en marcha de seis de 25 proyectos prioritarios contemplados en el Programa Nacional de Desarrollo 2018-2024 dirigidos al mejoramiento urbano y a la reconstrucción de zonas afectadas por desastre, específicamente la construcción de carreteras en comunidades indígenas.


Todos estos son proyectos que dignifican a los más vulnerables y al territorio mexicano, y están a cargo de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU), misma en el sexenio anterior fue instrumento de la estafa maestra y de desvíos de fondos que supuestamente se dirigían a obras relevantes y que no fueron más que elefantes blancos, al contrario de lo que sucede actualmente en la 4T.

Hoy, conceptos como justicia, democracia, desarrollo y bienestar, que forman parte del discurso habitual del Presidente Andrés Manuel López Obrador, se ven reflejados en el espacio urbano de una forma diferente, pues el espacio que vivimos y construimos con nuestra cotidianidad regenera su relevancia. Si seguimos la idea que Aristóteles expresa en La Política, la explicación del ideal político, es decir, de la preocupación de vivir bien y de la búsqueda de bienestar, la hallaremos en la ciudad -en la polis- pues es en este espacio, donde converge la búsqueda de los anhelos como sociedad.


Lo que se está realizando en la 4T es democratizar lo público y dar cabida a todos para el ejercicio de los derechos mediante el espacio público que sirve como lugar para la interlocución entre el gobierno y la ciudadanía, y que antes estaba privatizado y destinado a silenciar las demandas ciudadanas. Un ejemplo de esto último es la Plaza de la Constitución que durante el gobierno de Miguel Ángel Mancera fue rentada y ocupada bajo el pretexto de exposiciones, ferias y eventos, aunque la verdad es que el verdadero objetivo era impedir las movilizaciones en desacuerdo a muchas políticas y acciones antisociales.

Ejemplos como el de la plancha del Zócalo hay muchos, pues la situación de desigualdad, pobreza, vulnerabilidad, combinadas con conflictos sociales y crisis institucionales que aumentaron las demandas y el hartazgo de movimientos sociales y protestas colectivas llevaron al desborde, y a la privatización de lo público y con ello lo político, porque lo público es político y lo público es urbano.

Sin duda, deshacer las políticas neoliberales aplicadas en el territorio es una tarea ardua ya comenzada. La SEDATU no solamente se está reestructurando como institución, sino además las políticas de desarrollo del espacio público ya no se enfocan en privatizar los espacios públicos. En este sentido, para caminar la 4T toca ampliar los horizontes y voltear la mirada hacia la regeneración del espacio urbano.



Ciani González

  Ciani González